, Harrison, Harry B1, Bill en el Planeta de los Esclavos Rob 

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Tendr�a que haber trabajado en alcachofas de crecimiento r�pido, o tal vez remolachas...
Fue interrumpido por el sonido estridente producido por la m�quina que hab�a estado
examinando, cuando se arrancó los clavos que la sujetaban al suelo y se alejó saltando
fren�ticamente sobre una pierna.
- �Detente! - gritó Praktis.
- D�jela marchar - dijo Zots -. Hay un montón en el sitio del que vino �sa. Bien, ahora
volvamos al tema en discusión. Sus compa�eros desaparecidos. Nuestros detectores
radiales han recogido una se�al d�bil emitida desde alg�n lugar del Malpa�s. Parece ser la
frecuencia correspondiente al Diablo Luchador Mark I. Por ese motivo he enviado un
modelo mejorado, el Mark II que, si no me equivoco, est� ahora aqu�.
La puerta se abrió de golpe produciendo un gran estampido y el Diablo Luchador se
abalanzó al interior de la habitación, describió dos vueltas alrededor de ella y abrió un
agujero en la pared; luego se calmó jadeando de placer. Zots asintió con aprobación.
- Muy mejorado, mediante la crianza selectiva. Cogimos esquejes, les metimos algunos
genes dentro, ya conoce usted ese tipo de cosas. Ahora son m�s agresivos, mejor
blindados, tienen m�s potencia de disparo, mayores bater�as y cerebros m�s peque�os.
- ��se soy yo! - gritó, contento, el Diablo Luchador y voló la mitad del techo.
Praktis le miró asqueado y no advirtió que Wurber le robaba el resto del filete.
- �Qu� se supone que vamos a hacer con eso? - preguntó.
- Organizar una misión de rescate, por supuesto. Si tiene la bondad de seguirme, le
llevar� al ornicóptero.
- Yo no... Yo soy el almirante. - Miró a su alrededor y fijó una mirada despreciativa en el
capit�n Bly que se manten�a aparte -. Parece que nos estamos quedando sin tropas.
Usted, cabo Cy BerPunk, acaba de presentarse voluntario para la misión de rescate.
- Negativo. No soporto las alturas. Tome a Wurber. Lo siento.
Wurber es demasiado est�pido. Y usted me tiene m�s miedo. �Vaya!
Cy manoseó la pistola desintegradora y se preguntó si no ser�a mejor hacer saltar por
los aires a Praktis que ir en aquella misión suicida. Pero el almirante ten�a mucha m�s
experiencia con reclutas mal dispuestos, voluntarios y pacientes, y tomó una decisión con
mucha m�s rapidez que su adversario.
- Ojo, ojo - canturreó sonriendo mientras apuntaba su arma entre los ojos del voluntario
mal dispuesto -. Siga al Diablo Luchador y vuelva con sus compa�eros de tripulación.
M�rchese.
De mala gana, el otro se marchó. El Diablo Luchador II abrió la marcha al trote,
tendiendo un ojo al final de un tallo para mirar a su nuevo compa�ero.
- Estoy muy emocionado; �sta es mi primera misión.
- C�llate.
- No le hable mal al Diablo Luchador o le har� saltar por los aires.
- Lo siento. Nervios. Soy afable. Mu�strame el camino.
En el patio les esperaba un ornicóptero. Unas peque�as m�quinas de mantenimiento le
estaban engrasando las articulaciones de las alas y cepill�ndole los dientes.
- Nos marchamos ahora - rechinó el Diablo Luchador y despidió a las m�quinas de
mantenimiento.
- Tal vez - dijo el ornicóptero con voz profunda -. Ese hato de locos vuestros salió
volando con mi hermana y no ha vuelto. �Adónde se supone que vamos?
- Vamos al Malpa�s.
- �Olv�dalo! Yo no hago ninguna misión suicida.
De la entrepierna salió un rayo destructor y le quemó unos buenos treinta cent�metros
de la cola.
El ornicóptero se la miró y sonrió con falsedad.
- Sabes, ahora que lo pienso, siempre he abrigado un deseo secreto de ver el Malpa�s.
Salten a bordo.
- M�s voluntarios a la fuerza - dijo Cy, sombr�amente -. Esta misión me transmite malas
vibraciones.
- Alegra el corazón, mojado compa�ero - dijo el Diablo Luchador, empuj�ndole hacia
arriba para encaramarle al lomo de la criatura voladora -. �Volamos a la batalla! �Matar,
destruir! - acabó abriendo agujeros en el suelo mientras despegaban con una sacudida.
Aquel vuelo no fue diferente de cualquier otro. El Diablo Luchador tarareaba para s�
alegres canciones guerreras, disparando ocasionalmente de forma animada, y localizando
la se�al distante.
- Recibo m�s alto y m�s claro. Apunta nariz hacia punto negro en horizonte - ordenó.
El ornicóptero se escoró al girar y descendió m�s y m�s a medida que el punto de
destino se hac�a m�s visible.
- Lo sab�a - gimió suavemente -. La meseta de la Muerte.
- No hay ninguna meseta de la Muerte en mis mapas, y yo tengo mapas buenos.
- Ning�n mapa osa representar su repelente forma inconcebible, es un nombre que
est� prohibido escribir.
- �Y cómo lo sabes entonces?
- Ocurrió de la siguiente forma. Imag�nate la escena. Los ancianos est�n sentados en
torno a la fuente de petróleo un atardecer, hablando fr�volamente de esto o aquello,
cuando se hace un silencio repentino. Todos se quedan inmóviles y el m�s viejo de los
ornicópteros habla. Con las alas ca�das y los tornillos cruji�ndole, regala los o�dos de la
silenciosa asamblea con las antiguas historias que pasan de generación en generación. Y
al final, siempre habla de la meseta de la Muerte.
Mientras hablaba, el ornicóptero hab�a estado volando a la deriva desvi�ndose del
rumbo. Cy se dio cuenta, pero abrigó la esperanza de que no lo advirtiera la atontada
m�quina a la que se agarraba, pues sent�a tanto entusiasmo como el corcel mec�nico
respecto a aquella meseta que ten�a delante.
- �Nos desviamos! - gritó el Diablo Luchador -. Vuela en esa dirección, no en �sta.
- �Es la muerte segura!
- �M�s lo ser� si te hacemos reventar en el cielo!
Los ca�ones de las armas resplandecieron y las puntas de las alas se volatilizaron en
el olvido.
- �No puedes hacer eso! - chilló el ornicóptero -. �Si me derribas de un disparo tambi�n
morir�s t�!
Resplandecieron m�s armas y saltaron m�s trozos de metal. El Diablo Luchador hizo
un r�pido y mec�nico encogimiento de hombros.
- Ya lo s� pero, �qu� puedo hacer? Despu�s de todo, en eso consiste la guerra.
Llorando l�grimas de aceite, el ornicóptero aleteó nuevamente en la dirección original.
Cy se preguntó si no podr�a empujar al imb�cil met�lico y tirarlo por la borda, pero vio que
aquella cosa estaba firmemente atornillada.
- �Por qu� vuelas tan alto? - preguntó.
- Cuanto m�s alto volemos, m�s a salvo estaremos de los terrores de ah� abajo.
- No veo muy bien desde aqu� arriba.
- Utiliza tus objetivos telescópicos... �o es que los hab�as olvidado?
- �Es verdad! Yo olvidar.
Los objetivos emergieron y Cy comenzó a creer que la reducción de inteligencia, que
era normalmente una buena cosa para la mente militar, no funcionaba en aquella criatura.
- Ir hacia all�. Hacia ciudad en ruinas. Se�al fuerte. Env�o mensaje. Eh, querido pariente
de propagación vegetativa. �Ayuda en camino!
- �Alguna respuesta? - preguntó Cy.
- Llega ahora. PRISIONERO EN AGUJERO STOP... Dir�a, ese mensaje es bastante
raro. �Por qu� en agujero stop?
- Es un telegrama, lata vac�a. Significa que est� en un agujero. Luego stop. Stop
significa punto.
- �Y por qu� no dice punto?
- �Hay alguien ah�? - dijo Cy tratando de dominar su ira, miedo, asco y un montón de
otras cosas.
- Oh, S�. VISCOSOS EN AGUJERO CONMIGO STOP ATACA ATACA ATACA
R�PIDO ATACA.
- Creo que quiere que ataques.
- �En eso soy muy bueno! - Los ca�ones estallaron ferozmente y Cy tuvo que gritar
para hacerse o�r.
- �Deja de disparar! Les pondr�s sobre aviso... y necesitas las municiones.
- Aterriza all�, criatura transportadora. La se�al viene de la plaza principal. - El
ornicóptero descendió en picado detr�s de los edificios en ruinas y cayó violentamente
sobre el suelo. [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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